
¿Y de postre? ¡Ponme una cerveza negra!
por Sara Cucala, periodista especializada en gastronomía y maridajes

Siempre he defendido que hay una cerveza para cada momento del día:
Las cervezas tipo lager son perfectas para esa hora del aperitivo, para el comienzo de una comida o para un trago en momentos urgentes de alivio de la sed. Son cervezas ligeras que suelen servirse a temperaturas frescas (entre 0ºC a 4ºC).
Las cervezas tipo Ale son cervezas más complejas, de trago largo, reposado, en general sonbastante aromáticas y persistentes en boca. Este tipo de cervezas se elaboran a temperaturas altas, los cereales se tuestan durante más tiempo realizándose así dos, tres, cuatro malteados… Son cervezas que yo llamo de “Slow Drink” es decir de trago reposado.
Dentro de las cervezas tipo Ale encontramos las cervezas de trigo, las pale ale, las Porter, las mild, las Brown ale, las stout o cerveza negra.
Para mí estas cervezas son perfectas para combinar con arroces sabrosos (tipo de pollo, carne, conejo…), con pescados azules (funcionan perfectamente con las Indian Pale Ale o las cervezas de Trigo) y también con la repostería.
Aquí viene la gran sorpresa. No nos podríamos imaginar, al menos en España, terminar una comida con una copa de cerveza negra, por ejemplo.
Si se catara sola la cerveza negra surgiría el siguiente análisis: De color azabache, espuma oscura, en nariz regaliz de palo, chocolate y café torrefacto. En boca, amargos persistentes, recuerdo a ese café recién hecho, a leche y un post gusto un tanto goloso.
Cuando este tipo de cerveza la combinamos con determinados postres ocurre esto:
Brownie de chocolate. Los amargos del chocolate se suavizarán, se potenciarán los lácteos en boca y nos quedará un agradable posgusto a chocolate meloso.
Tarta de queso. Crecerá el posgusto a lácteo, la combinación del bocado con la cerveza nos proporcionará melosidad en boca. Será curioso comprobar cómo la cerveza negra casi abandona los amargo de la cata inicial y se convierte en un aliado refrescante aportando su recuerdo al café.
Coulant de chocolate. La cerveza negra se transformará en un trago fresco y amable, ligero y gustoso que suaviza la densidad del coulant y proporciona fluidez en boca.
Tiramisú. Alcombinar el mascarpone azucarado, el café y el bizcocho, con una cerveza negra, densa y aromática, lo que nos ocurrirá es que se potenciarán los sabores y aromas del lácteo y la cerveza nos dejará, un posgusto a café muy agradable.
Tarta de manzana. El tostado del hojaldre y el dulzor de la manzana horneada se potencia en mesa con la cerveza negra, que le aportará un punto de amargor necesario, e incluso, si la combinamos con una cerveza de trigo nos encontraremos con el incremento del sabor de la fruta.
Tabla de quesos. Cerveza y quesos. Sobre todo con los quesos más curados, las cervezas tipo Ale son perfectas compañeras de sobremesa. El persistente posgusto a leche de la cerveza negra, por ejemplo, refuerza la potencia gustativa del queso y la convierte en una de las mejores opciones.
Como recomendación, sírvete la cerveza en una copa tipo cáliz o trappist te permitirá disfrutar de todos sus aromas mientras terminas el postre e incluso te acompañará con su espuma densa y su temperatura idónea en la posterior sobremesa.