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Sobre la cerveza también se hacen bulos

por Jesús Román Martínez, presidente del Comité científico de la Sociedad Española de Dietética y
Ciencias de la Alimentación (SEDCA)

Las falsas creencias y los bulos son antiguos e inagotables. Con el paso del tiempo, no solo no acaban, sino que se adaptan a las situaciones de cada momento. A veces pensamos que estos bulos son ‘modernidades’ enfocados en la actualidad cotidiana y que se refieren únicamente a cosas complejas… de las vacunas, la política, la economía. Pero qué va. Los bulos afectan desde antiguo a situaciones y asuntos cotidianos… hagan memoria o, si no, lo hacemos aquí: el mundo es plano (este no ha cambiado), el agua engorda, la fruta de postre fermenta en el estómago, todos los aditivos dan cáncer, los astronautas nunca pisaron la luna.

Entre las cosas cotidianas que la gente come y bebe, cómo no, siempre han proliferado estas falsas creencias. Vamos a enumerar algunas referidas a una de las bebidas que más se consume en España durante el verano: la cerveza. De todos modos, seguro que nos dejamos alguna en el tintero y pueden añadirlas al acabar. Repasemos:

Es una bebida de alemanes. Craso error. La cerveza es un derivado de los cereales. Es decir: un producto ligado al entorno mediterráneo que se popularizó, mucho antes que en el centro de Europa, en oriente próximo y, especialmente, en el antiguo Egipto. De ahí, recorrió el mediterráneo de este a oeste. En España, precisamente, es donde se localizan algunos de los restos arqueológicos más antiguos del mundo de auténticas factorías de cerveza. Ya saben: la cerveza es un producto netamente mediterráneo.

Como tiene alcohol, es igual que el resto de bebidas con alcohol. En absoluto, que los destilados son solo alcohol con más o menos graduación. Nada más. Las bebidas fermentadas, como el vino o la cerveza, tienen una graduación bastante inferior y en su composición hay otros elementos de interés: ciertos minerales, vitaminas y, sobre todo, fitoquímicos con capacidad antioxidante.

Es amarga por las levaduras. Lo cierto es que el amargor de la cerveza es relativamente ‘moderno’ ya que desde la edad media se elabora con una planta, el lúpulo, que es la que le proporciona un destacado y característico sabor amargo que varía según la cantidad añadida y su variedad o tipo de lúpulo. De no añadírselo, la cerveza sería una bebida con un sabor ligeramente dulce por los carbohidratos que aportan los cereales.

La cerveza engorda. Esta afirmación es prima cercana de la definición ‘barriga cervecera’. Está claro que la persona que engorda es porque acumula grasa en su organismo. Esto es consecuencia de un desequilibrio entre lo que se ingiere y lo que se gasta. Un problema, en definitiva, calórico y de desequilibrio de la dieta.

Echarle la culpa a la cerveza es igual que echársela al yogur o al pan: una injusticia. Una lata de cerveza contiene unas 150 kcal (65 kcal si es sin alcohol), lo que es una cantidad bastante modesta para responsabilizarla de tanta barriga.

Beber cerveza incrementa la cantidad de leche materna que se produce. Leyenda de las antiguas y encima indemostrable. Por supuesto, nada recomendable ya que el alcohol también pasa a la leche materna. Ni lo intenten.

Si estás embarazada, una copa no hace daño. Tremendo error. Durante el embarazo, la cantidad de alcohol que se puede ingerir sin que sea perjudicial para el feto es exactamente de ‘0’. Si quieres tomarte una caña, estás de suerte porque tienes en cualquier sitio cerveza tipo ‘0,0’

Hay una cantidad recomendable de cerveza que se puede consumir. No es cierto. Lo que es recomendable es que, si te gusta beber cerveza, no sobrepases lo que se entiende por ingesta diaria reducida o moderada: 1-2 cañas para una mujer o 2-3 para un hombre. Y, desde luego, ¡no juntarlas todas el fin de semana! Y si no la bebes, no pasa nada. Tampoco si no te gusta o no la has bebido nunca… ¡no te empeñes en empezar a beberla!

Me gusta la cerveza, pero soy hipertenso y tengo el colesterol alto. Lo primero de todo… ¡sigue las instrucciones de tu médico! En general, podemos decir que con un consumo moderado y razonable, siguiendo las pautas de consumo de la dieta mediterránea, no supone ningún problema adicional para un hipertenso. De hecho, la cerveza contiene poco sodio y más potasio y, además sabemos que es un buen diurético. La opción sin alcohol a menudo es una magnifica opción.

La cerveza es solo eso… cerveza. Además, la cerveza es cultura y forma parte de un estilo de vida mediterráneo que no tiene mucho que ver con las formas de consumirla en otras partes del mundo. Apunten para disfrutarla cómo el mediterráneo manda:

  • Siempre se toma la cerveza fría, claro. Y con comida. Nunca ‘a palo seco’.
  • Su amargor y las burbujitas de gas carbónico ‘limpian’ la lengua y hacen que sea una bebida idónea para comer ciertos alimentos como alcachofas, marinados, encurtidos, etc.
  • ¿Mucha sed? Entonces… ¡quítate la sed con agua! La hidratación es esencial y eso se consigue sobre todo con agua. Después, si te apetece, puedes disfrutar de tu cerveza.
  • ¿Beber por aburrimiento, porque estás solo? Nunca. La cerveza es una bebida social, de compartir con amigos.
  • Jóvenes y menores de edad: no deben consumirla, ni siquiera sin alcohol.

Siempre es buena idea recordar que ciertas personas (mujeres embarazadas, que siguen determinados tratamientos o padecen algunas patologías) no deben consumir cerveza tradicional, con alcohol. Tampoco si se van a realizar actividades lúdicas o laborales de riesgo como conducir vehículos.

Para el resto de personas y situaciones, un consumo razonable y adecuado puede contribuir a nuestro bienestar mediterráneo.

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2 comments

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