Si vas a elegir una dieta, que sea la mediterránea
Vivimos en una sociedad en la que continuamente nos bombardean en medios de comunicación, redes sociales y publicidad sobre dietas para adelgazar, la búsqueda del peso ideal, cuerpo perfecto marcado por la vida fitness. Este tipo de conceptos ejercen una presión social y un efecto en nuestra mente muchísimo mayor del que realmente podemos llegar a creer. Es lo que llamamos comúnmente como la cultura de la dieta y, lo que consigue, especialmente en mujeres, es que las personas busquen adelgazar para asemejarse lo máximo posible a los cánones de belleza impuestos por la sociedad actual. Este bombardeo se multiplica en determinadas épocas del año: un ejemplo de ello es la llegada del verano y la operación bikini, o la vuelta de septiembre con necesidad de volver a cuidarse, o la cuesta de enero tras los excesos navideños.
Como profesional de la salud y, sobre todo, como dietista-nutricionista, esta es una situación que preocupa especialmente ya que todo este contexto conlleva a las personas a intentar sumarse a cualquier dieta que le prometa resultados rápidos y fáciles, subiéndose al barco de cualquier promesa de dieta milagro o vendehúmos que, por supuesto, prioriza la pérdida de peso a cualquier precio frente a la salud. Por ello, me gustaría incidir en la importancia de detectar este tipo de dietas o “dietas milagro” ya que pueden acarrear perjuicios para la salud mayores de los que pensamos.
Para entender mejor esto último, cabe destacar algunos de los efectos perjudiciales conocidos de las dietas milagro. Por lo general, este tipo de dietas son restrictivas e incompletas, se basan en alimentos prohibidos y conllevan racionar y controlar todo lo que comemos. Además, en lo referente al aporte nutricional, son carentes de vitaminas y minerales y el recorte calórico que supone la restricción de muchos tipos de alimentos conlleva cansancio y un bajo rendimiento físico y mental.
En el aspecto psicológico, estas dietas provocan ansiedad, sensación constante de hambre, obsesión con determinados tipos de alimentos y relaciones peligrosas con la comida. Por otro lado, estas dietas suponen perder peso de manera rápida para después paralizar el proceso, ya que, al inicio de esta, el cuerpo responde rápido generando una falsa sensación de motivación, sin embargo, esto conlleva a que finalmente se abandone la dieta.
Otro de los aspectos negativos que conocemos popularmente es el ‘efecto rebote’. Esto se debe a que las dietas mal planificadas tienen una tasa de fracaso de casi el 100% ya que se abandona de manera que se recuperan hábitos anteriores y con ello todo el peso perdido, e incluso en determinados casos, más del que teníamos en el punto de partida.
En lo que compete a la salud, existe un amplio abanico de dietas que pueden ser saludables, nutritivas, completas, pero cabe recordar que para que la pérdida de grasa corporal sea efectiva se debe combinar con ejercicio físico. Por ello, cuando me preguntan sobre una dieta ideal, no puedo dar respuesta, ya que tampoco podemos clasificar las dietas en buenas o malas, pues su calidad se determina en las elecciones alimentarias del día a día.
Dicho esto, la base de una dieta saludable siempre debe ser la misma, con alta presencia en alimentos vegetales de calidad destacando la importancia de verduras y
hortalizas a diario, dos raciones preferiblemente en cada comida y cada cena, e incluye dos o tres piezas de fruta por día. Esta dieta es rica en legumbres, frutos secos, semillas, y además puede incluir pescado, carne, huevos, lácteos sin azúcar y cereales integrales.
El mejor ejemplo de dieta es la mediterránea, pues incluye alimentos locales, frescos y de temporada. Este modelo de alimentación propone una dieta saludable en nuestro día a día, y por supuesto, es flexible en incluir de vez en cuando otro tipo de opciones en ocasiones especiales, días puntuales o en nuestra vida social. En este contexto de dieta saludable, las bebidas fermentadas como la cerveza pueden tener cabida como bebida ocasional y con un consumo moderado. Teniendo esto en cuenta, el consumo ocasional de bebidas fermentadas no se relaciona con un aumento de peso, ya que ningún alimento o bebida por sí solo tiene la capacidad de engordar o adelgazar, y menos si su consumo es solo puntual. Así, cabe destacar que lo importante es llevar una dieta saludable y equilibrada en nuestra rutina acompañada de ejercicio físico.