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Nutrición y salud digestiva, juntos, pero no revueltos

Como se dice desde todos los foros científicos, una correcta alimentación es esencial para alcanzar una vida saludable. Todos los seres humanos debemos mantener un equilibrio entre el consumo de grasas animales, hidratos de carbono y fibra vegetal[1]. En relación con la Dieta Mediterránea, que se asocia, por ejemplo, a un menor riesgo de sufrir enfermedades crónicas, es importante que conozcamos no solo los ingredientes que configuran un modelo adecuado de nutrición, si no la manera en el que podemos optimizar sus beneficios para nuestra salud.

La alimentación, junto a la actividad física, condicionan enormemente nuestra salud y desarrollo. En la edad adulta es donde el ser humano es más susceptible de sufrir algún tipo de enfermedad crónica[2], pero eso no quita que no podamos mantener a raya los posibles riesgos con una alimentación sana, ejercicio físico o, incluso, poder tomarnos una cerveza al sol, siempre que se realice de manera moderada.

Con motivo del día mundial de la nutrición, queremos recordar cómo la Dieta Mediterránea puede ayudarnos a seguir un modelo de vida saludable a través de un alto consumo de verduras, legumbres, frutas, especias o cereales con aceite de oliva y, de forma moderada o baja; pescado, carne y lácteos. Además, existen evidencias[3] de que un consumo moderado de bebidas fermentadas como la cerveza podría provocar un efecto protector para nuestro sistema inmune. Si mantenemos una adecuada actividad física, un consumo responsable podría ayudarnos a prevenir infecciones o aportarnos distintos nutrientes, como proteínas y vitaminas del grupo B.

Pero para entender este contexto, vamos a centrarnos en la salud digestiva, estrechamente relacionada con nuestra alimentación[4]. Cerca de 20.000 funciones individuales de microbios intestinales están vinculadas con el proceso de digestión, de modo que nuestra salud gastrointestinal dependerá enormemente de nuestra dieta. En este sentido, podemos mencionar algunos de los posibles beneficios del consumo moderado de cerveza, y de sus ingredientes naturales como el lúpulo, sustancia rica en polifenoles (flavonoides),  que no solo tienen propiedades antioxidantes, sino que son beneficiosos para el envejecimiento y el riesgo cardiovascular, además de tener gran relación con la composición de la microbiota intestinal.

Nuestro sistema intestinal presenta una variabilidad considerable[5] dependiendo de la persona, pero se ha demostrado que aquellos que consumen alimentos pertenecientes a la Dieta Mediterránea, presentan una mejora en sus funciones cognitivas y una reducción de efectos inflamatorios, especialmente en los más mayores.

También vale la pena recordar que, en 2017[6], se evaluó si el consumo moderado de cerveza estaba asociado a la acidez, la regurgitación y la saciedad precoz después de comer. Así, 30 adultos ingirieron 33 centímetros cúbicos de cerveza 15 minutos antes de comer y se compararon después con los efectos de beber agua. Lo que demostraron los resultados fue que no existían diferencias significativas en el reflujo de líquidos tras la ingesta de cerveza, ya sea tradicional o sin alcohol, frente a la de agua.

Por tanto, seguir un modelo de alimentación basado en la Dieta Mediterránea podría ser perfectamente compatible con el consumo moderado de bebidas fermentadas como la cerveza. La bebida y la comida siempre saben mejor en compañía, pero recuerda que también podemos disfrutar con una cerveza sin alcohol.

*Desde el FICYE se recuerda que, en caso de querer consumir cerveza, su ingesta debe ser moderada y responsable, preferiblemente acompañada de alimentos, y siempre por adultos sanos y no por personas que vayan a conducir o por mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, en cuyo caso pueden optar por la cerveza sin alcohol. Se recuerda además que se entiende por consumo moderado de cerveza entre los 400-600 ml/día en varones y entre 200-300 ml/día en mujeres 


[1]  Márquez-Sandoval, F., Bulló, M., Vizmanos, B., Casas-Agustench, P., Salas-Salvadó, J. “Un patrón de alimentación saludable: la dieta mediterránea tradicional”. 1-9 pp. (2008). Recuperado 10 de mayo de 2022, de Antropo.

[2] Informe de un grupo de estudio de la OMS. “Dieta, nutrición y prevención de enfermedades crónicas”. (OMS, Serie de Informes Técnicos, Nº 797). 41-49 pp. (2003). Recuperado 11 de mayo de 2022 de FAO.

[3] Romeo, J., Wärnberg, J., Nova, E., Díaz, L., Gómez-Martínez, S., Marcos, A. “Moderate alcohol consumption and the immune system: A review”. British Journal of Nutrition. (2007). Recuperado 11 de mayo de 2022 de Cambridge University Press.

[4] GUT Microbiota for Health (Hoja informativa núm. 5). “Nutrición y salud: somos lo que comemos”. (2015). Recuperado 11 de mayo de 2022, de GUT Microbiota for Health.

[5] Ghosh TS, Rampelli S, Jeffery IB, et al. Gut 2020;69:1218–1228. 8-9 pp. Recuperado 12 de mayo de 2022, de National Library of Medicine

[6] Díaz-Rubio, Rey, E. ‘Influencia de la ingesta de cerveza sobre la fisiología gastroesofágica y síntomas digestivos postprandiales’. 2017. Recuperado 12 de mayo de 2022, de La Vanguardia

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