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La ciencia del día más feliz del año (o Yellow Day): Cuatro premisas a tener en cuenta

Por José Antonio López Moreno, profesor del departamento de Psicobiología y Metodología en Ciencias del Comportamiento

Evidentemente no existe el día más feliz del año, al igual que no existe el día más triste del año. Afortunadamente. Lo que hay son pistas que nos indican que cerca de unas fechas, esencialmente, a finales de junio, es cuando un mayor número de personas pueden experimentar más frecuentemente estados emocionales de felicidad.

Por lo tanto, vamos a describir a continuación las premisas que subyacen al día más feliz del año, denominado de manera más coloquial como Yellow Day. Estas premisas son las que estarían asociadas a experimentar de manera más frecuente estados de felicidad en comparación con otros días y estaciones del año.

En primer lugar, el 20 de junio, día que se considera como “Yellow Day” coincide con el solsticio de verano en el hemisferio norte. Es decir, es el día más largo del año (y la noche más corta) lo que indica que es el día donde hay una mayor exposición a la luz solar. Es conocido que la exposición a la luz del sol está asociada con la regulación de nuestro estado de ánimo. Estudios muestran que la exposición a la luz mejora nuestro estado de ánimo y funcionamiento mental, y viceversa, que la falta de luz nos conduce a estados de tristeza y peor rendimiento cognitivo[1]. Por lo tanto, efectivamente la luz del sol juega un papel importante, además de la producción de vitamina D en nuestra piel por los rayos ultravioletas del sol, para nuestra salud mental. En este caso la luz solar tiene un impacto positivo en el estado de ánimo debido a la producción aumentada de serotonina, un neurotransmisor que contribuye a la sensación de bienestar y felicidad[2].

En segundo lugar, cerca del 20 de junio están las vacaciones. A pesar de que en España el mes de agosto ha sido clásicamente el principal mes donde se cogían vacaciones esto no ocurre tanto actualmente y en el resto de Europa es el mes de julio donde más personas disfrutan de sus vacaciones[3]. Las expectativas de las vacaciones influyen muy positivamente en nuestro estado de ánimo. Anticipamos cosas que van a ocurrir, de manera general agradables para nosotros. Nos gusta esa “novedad controlada”, ese cambio de contexto y la posibilidad de ser más dueños de nuestro tiempo[4].

En tercer lugar, dinero. La mayor parte de la población que trabaja por cuenta ajena, es decir la mayor parte de las personas, reciben una paga extra al final del mes de junio. El dinero no da la felicidad, pero es igualmente cierto que la falta de dinero es un factor muy estresante. Sin embargo, el bienestar que está asociado con el dinero tiene un techo. Algunos estudios han encontrado que a partir de 90.000 dolares/euros al año no aumenta la satisfacción de obtener más dinero[5]. Y la mayor de la población española no llega a este umbral. Por lo tanto, el hecho de recibir la paga extra a finales de junio, y la expectativa de esta, si modula positivamente nuestro estado de ánimo.

En cuarto lugar, el aumento de la interacción social. La temporada estival suele estar llena de eventos sociales, fiestas y reuniones familiares, lo que fomenta el sentido de comunidad y pertenencia. Y también cuenta que evitamos de ver a ciertas personas de nuestro entorno laboral que no nos producen bienestar. Las relaciones sociales, tanto en cantidad como en calidad, influyen en la salud mental, el comportamiento de salud, la salud física y el riesgo de mortalidad. Interesantemente se ha demostrado que estas relaciones tienen efectos significativos a corto y largo plazo en la salud, comenzando en la niñez y acumulándose a lo largo de la vida[6]. Es decir, que la acumulación de buenos momentos en verano cuenta, es como si hubiera una “cuenta de ahorro” para nuestra salud mental. Las vacaciones de verano son una oportunidad única para reducir los síntomas depresivos y de ansiedad gracias al apoyo social. Un gran número de estudios muestran que la conexión social promueve la salud en general, tanto a nivel fisiológico, como a nivel psicológico[7]. Por lo tanto, gracias a estos días de más sol, más ingresos económicos, más tiempo a nuestra disposición se fomentan las reuniones entre seres queridos, lo que redunda positivamente en nuestro estado de ánimo.

En este último contexto, es interesante destacar que las reuniones sociales, como las que se realizan al compartir una cerveza en cantidad moderada, se alinean con los beneficios descritos. Dentro del marco de la Dieta Mediterránea, conocida por sus efectos positivos en la salud, disfrutar de una cerveza puede contribuir al bienestar general. Entendemos como consumo moderado de cerveza 200 ml en mujeres y 400ml en hombres adultos sanos y siempre acompañado de otros alimentos. La moderación y la calidad de las relaciones sociales durante estas reuniones son claves para maximizar los beneficios, reflejando las premisas científicas que subyacen al Yellow Day y promoviendo una vida equilibrada y feliz.

En conclusión, aunque no existe un «día más feliz del año», el concepto de Yellow Day se basa en factores que tienden a aumentar la felicidad a finales de junio. La mayor exposición a la luz solar, la anticipación de las vacaciones, los ingresos adicionales y el aumento de la interacción social son elementos clave que contribuyen a este bienestar.


[1] Kent, S. T., McClure, L. A., Zaitchik, B. F., Smith, T. T., & Gohlke, J. M. (2009). Heat waves and health outcomes in Alabama (USA): The importance of heat wave definition. Environmental Health, 8, 34. https://doi.org/10.1186/1476-069X-8-34

[2] Fernstrom, J. D. (2019). Role of precursor availability in control of monoamine biosynthesis in brain. Frontiers in Neuroendocrinology, 54, 100772. https://doi.org/10.1016/j.yfrne.2019.04.003

[3] Eras, J. J. C., Adarme, O. F., Piñeres, M. M. R., & Alfonso, L. M. (2023). Analysis of the perception of environmental noise and its health effects in a European city: A case study of Zaragoza, Spain. Science of The Total Environment, 166879. https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2023.166879

[4] Richards, A. S., & Wilson, C. L. (2020). Exploring the relationship between leisure, stress, and health in older adults. Psychology & Health, 35(8), 959-975. https://doi.org/10.1080/08870446.2020.1809661

[5] Jebb, A. T., Tay, L., Diener, E., & Oishi, S. (2023). Money matters: The role of income and income aspirations in happiness. Proceedings of the National Academy of Sciences, 120(5), e2301893120. https://doi.org/10.1073/pnas.2301893120

[6] Umberson, D., & Montez, J. K. (2010). Social relationships and health: A flashpoint for health policy. Journal of Health and Social Behavior, 51(Suppl), S54-S66. https://doi.org/10.1177/0022146510383501

[7] Holt-Lunstad, J., Smith, T. B., & Layton, J. B. (2010). Social relationships and mortality risk: A meta-analytic review. PLoS ONE, 5(7), e9807. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0275004

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