El cerebro, ese gran desconocido
Hoy, 22 de julio, recordamos al que probablemente sea el órgano más importante para la salud del ser humano: nuestro cerebro. El cerebro es el origen de la actividad de nuestro sistema nervioso y, aunque funciona como un todo, está dividido en varias partes que regulan distintas acciones del organismo: nuestras emociones, recuerdos, comportamiento o lenguaje. Tan poderoso como complejo, nuestro cerebro dirige desde arriba nuestras vidas, hasta cuando no somos conscientes de ello.
La salud del cerebro es una prioridad a la que damos cada vez mayor importancia y está relacionada con enfermedades cerebrovasculares, el alzhéimer, la epilepsia o la esclerosis múltiple. Pero también podemos asociarlo al estrés y al bienestar emocional. El cerebro está preparado para atender las demandas de nuestro organismo, pero una exposición continua al estrés podría llegar a afectar a nuestro cerebro a nivel funcional o incluso anatómico[i].
Dicho esto, ¿cómo podemos cuidar nuestro cerebro? Según algunos estudios clínicos[ii], modificaciones en nuestra dieta y estilo de vida, así como hacer ejercicio físico moderado, puede ayudar no solo a retrasar el deterioro cognitivo sino a mejorar las propias funciones cognitivas, especialmente la memoria y las funciones del lóbulo frontal, encargado de funciones como el lenguaje, la imaginación o el control de movimientos musculares. De esta manera, podemos prevenir enfermedades como el Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas.
Otros estudios[iii] consideran imprescindible para una buena salud cerebral incorporar a nuestra dieta alimentos como frutas, verduras, cereales o pescado. Estos alimentos, que forman parte de la Dieta Mediterránea, aportan nutrientes como el ácido omega 3, antioxidantes y vitaminas de los grupos B y E. Este aporte también fortalece los vasos sanguíneos, ayudando a que el oxígeno y los mismos nutrientes sean transportados correctamente a través de nuestro organismo.
Con respecto a las bebidas, también hay algunas que pueden ayudarnos a mantener una buena salud cerebrovascular. Así, hay diversos estudios[iv] que demuestran que un consumo de bajo a moderado de cerveza se asocia a una mejor función cognitiva total, desde el recuerdo de palabras y vocabulario hasta el estado de ánimo entre hombres y mujeres de mediana edad. Es decir, este consumo moderado puede llegar a ayudar a mantener estables funciones cognitivas que, como ya hemos mencionado, se deteriorarían con la edad y ayudarían a aumentar la probabilidad de padecer una enfermedad neurodegenerativa.
También existen estudios[v],[vi] que concluyen que el consumo moderado de cerveza podría disminuir uno de los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas, por su contenido en silicio. El silicio reduce la biodisponibilidad de aluminio en plasma y tejido cerebral, un metal potencialmente neurotóxico asociado a la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades degenerativas importantes. Así, el silicio podría considerarse un elemento de protección frente al aluminio y, por lo tanto, frente a las enfermedades neurodegenerativas. De hecho, la cerveza es una de las principales fuentes de aporte de silicio a nuestra dieta, junto con el café, el agua, los plátanos, las judías verdes y las espinacas, entre otros alimentos. En concreto, la cerveza contiene aproximadamente 36 mg/l de silicio biodisponible.
Pero recuerda, lo importante es seguir una alimentación correcta y equilibrada y realizar ejercicio físico de manera habitual. Si deseas consumir cerveza que, como hemos comentado, también aporta nutrientes, su ingesta debe ser moderada y responsable, preferiblemente acompañada de alimentos, y siempre por adultos sanos y no por personas que vayan a conducir o por mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, en cuyo caso pueden optar por la cerveza sin alcohol. Recuerda, además, que se entiende por consumo moderado de cerveza entre los 400-600 ml/día en varones y entre 200-300 ml/día en mujeres.
[i] Zárate, S., Cárdenas, F. P., Acevedo-Triana, C., Sarmiento-Bolaños, M. J., & León, L. A. (2014): Efectos del estrés sobre los procesos de plasticidad y neurogénesis: una revisión. Universitas Psychologica, 13.
[ii] Bermejo, P., Martín-Aragón, S., (2008): Enfermedad de Alzheimer: La nutrición como factor protector. Farmacia Espacio de Salud Vol. 22, Núm. 5. Elsevier.
[iii] Richly, P., Vilaro, S., O’Neill, S., Bustin, J., Martínez, D. (2014): Comida para un cerebro saludable. Clínica de Memoria INECO e Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. INECO.
[iv] Zhang, R., Shen, L., Miles, T., Shen, Y., Cordero, J., Qi, Y., Liang, L. & Li, C., (2020): Association of Low to Moderate Alcohol Drinking With Cognitive Functions From Middle to Older Age Among US Adults. Pubmed.
[v] González Muñoz M.J. Meseguer Soler I. Peña Fernández A. “La cerveza como fuente dietética de silicio y su efecto protector frente a la intoxicación por aluminio: influencia sobre la absorción y la acumulación de este metal neurotóxico”. Centro de Información Cerveza y Salud. Estudio 15. Marzo 2006. Publicado también en Food and Chemical Toxicology. 2008; 46(1):49- 56
[vi] Sánchez-Muniz, F.J.; Macho-González, A.; Garcimartín, A.; Santos-López, J.A.; Benedí, J.; Bastida, S.; González-Muñoz, M.J. The Nutritional Components of Beer and Its Relationship with Neurodegeneration and Alzheimer’s Disease. Nutrients 2019, 11, 1558.