
Desmitificando: ¿Realmente la cerveza engorda? Descubre la verdad gracias a los nutricionistas.
Por Andrea Calderón, dietista-nutricionista de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA).
La cerveza es una bebida fermentada que forma parte de la tradición y cultura mediterránea. La Dieta Mediterránea es el patrón dietético por excelencia que seguimos en todos los países de la Cuenca Mediterránea, y en concreto, en España. Este modelo dietético es mucho más que alimentación, es un estilo de vida, cultural, social, familiar, que se considera Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el año 2018[1] por su riqueza nutricional e histórica. Dicho patrón recomienda que la base de la dieta sean alimentos vegetales de calidad, destacando el consumo habitual de verduras y hortalizas, frutas, legumbres, frutos secos, semillas y cereales integrales, además de por supuesto grasas saludables como el aceite de oliva virgen, líquido de oro mediterráneo. También incluye alimentos de origen animal destacando el valor nutricional del pescado azul y sus grasas esenciales de la familia omega-3, huevos, lácteos sin azúcar y carne preferente magra[2]. Si a este patrón le reducimos el aporte de productos procesados de baja calidad altos en azúcares añadidos, harina refinada, grasas refinadas y algunas saturadas, y el exceso de sal o aditivos, alcanzaremos un modelo dietético óptimo[3], en el que tienen cabida los caprichos o excesos ocasionales puesto que la adherencia a una dieta radica en su flexibilidad[4].
La inclusión de la cerveza dentro de un patrón de dieta saludable como el Mediterráneo, es decir, en un contexto de alimentación variada y equilibrada, puede tener cabida de forma ocasional y moderada. Como toda bebida que contiene alcohol, su consumo debe ser social, acompañado de comida, y nunca sustituyendo al agua como principal bebida de elección universal. Teniendo en cuenta estas premisas, una caña o una copa de cerveza puede incorporarse sin suponer un perjuicio para la salud. La cerveza es una bebida cuyo valor calórico es 88 kcal por caña (unos 200ml), y en el caso de la cerveza sin alcohol esta cantidad se reduce a una media de 44 kcal/200 ml.
Es común asociar la cerveza al aumento de grasa corporal, así como atribuir la culpa del “sobrepeso u obesidad” a alimentos o bebidas concretos, pero lo cierto es que esto nunca sucede de forma tan simple. Aumentar el peso en forma de grasa corporal es debido a un consumo calórico global de la dieta excesivo, superior a nuestras necesidades, además de una práctica reducida de actividad física. No podemos atribuir el exceso de peso a un único factor, en este caso la cerveza, porque ningún alimento tiene la capacidad de “engordar”, ni tampoco de “adelgazar” por sí solo. Por esta razón, es un error conceptual asociar la cerveza en un consumo ocasional a un aumento de peso, o a la famosa “barriga cervecera”. Realmente lo que conocemos como tal, se refiere a un exceso de grasa corporal acompañado de hinchazón y distensión abdominal ocasionado muy probablemente por la retención de líquidos debido a una alimentación inadecuada, alta en azúcar, alcohol en exceso, o grasas de baja calidad, y por supuesto, al sedentarismo[5]. Es decir, que la “barriga cervecera” no se produce ni por la cerveza, ni por ningún alimento/bebida concreto, sino por el patrón general o estilo de vida; dato que se evidencia cuando una persona mejora sus hábitos alimentarios, siendo lo primero que nota esa sensación de “deshincharse, y encontrarse más ligero”.
El consumo moderado de cerveza no provoca un aumento de peso ni modificaciones en la composición corporal. Igualmente, una cerveza de vez en cuando no va repercutir en la salud porque ningún alimento tiene esa capacidad de forma independiente. De la misma forma que tomarse un capricho puntual o salir de tapas de vez en cuando, tampoco va a marcar la diferencia en nuestra composición corporal. Son las elecciones de nuestro día a día, y de qué llenamos nuestra despensa o nevera para la rutina las que realmente pueden determinar que aumentemos de peso, o que aumente el riesgo de desarrollar patologías crónicas, o por contrario, que la dieta se convierta en un factor protector y preventivo de nuestra salud. Ahora bien, es fundamental que siempre se incluye en un patrón de dieta saludable y se acompañe de un estilo de vida activo.
[1] UNESCO. Representative List of the Intangible Cultural Heritage of Humanity; 2010 [consultado en octubre de 2023]. Disponible en: https://ich.unesco.org/ es/RL/la-dieta-mediterranea-00884
[2] Dominguez LJ, Di Bella G, Veronese N, Barbagallo M. Impact of Mediterranean Diet on Chronic Non-Communicable Diseases and Longevity. Nutrients. 2021 Jun 12;13(6):2028. doi: 10.3390/nu13062028.
[3] Kiani AK, Medori MC, Bonetti G, Aquilanti B, Velluti V, Matera G, Iaconelli A, Stuppia L, Connelly ST, Herbst KL, Bertelli M. Modern vision of the Mediterranean diet. J Prev Med Hyg. 2022 Oct 17;63(2 Suppl 3):E36-E43. doi: 10.15167/2421-4248/jpmh2022.63.2S3.2745.
[4] Hidalgo-Mora JJ, García-Vigara A, Sánchez-Sánchez ML, García-Pérez MÁ, Tarín J, Cano A. The Mediterranean diet: A historical perspective on food for health. Maturitas. 2020 Feb; 132:65-69. doi: 10.1016/j.maturitas.2019.12.002. Epub 2019 Dec 3. PMID: 31883665
[5] Malesza IJ, Malesza M, Walkowiak J, Mussin N, Walkowiak D, Aringazina R, Bartkowiak-Wieczorek J, Mądry E. High-Fat, Western-Style Diet, Systemic Inflammation, and Gut Microbiota: A Narrative Review. Cells. 2021 Nov 14;10(11):3164. doi: 10.3390/cells10113164.