Deporte y Dieta Mediterránea
En el argot popular existe una consigna conocida por todos que dice que las cosas hay que disfrutarlas con salud. Parece simple palabrería estética pero no lo es. Mantener un estilo de vida saludable es crucial para poder disfrutar de las cosas que más nos apasionan con la compañía de nuestros familiares y amigos.
En este sentido, hay una serie de hábitos que debemos seguir para mantenernos enérgicos y con alta vitalidad. Así, la alimentación se presenta como uno de los principales componentes positivos en nuestra salud. Tanto es así que una alimentación con déficits, sumado con un descenso de la actividad física, está relacionada con una mayor probabilidad de padecer algún tipo de enfermedad[1].
De hecho, la alimentación y el deporte se retroalimentan. Según un estudio[2], la Dieta Mediterránea mejora el rendimiento de deportistas en distintas disciplinas, llegando a mejorar en más de un 6% el rendimiento en ciertos ejercicios de resistencia en sólo unos pocos días.
La Dieta Mediterránea incluye, entre otras cosas, frutas, verduras, aceites, granos, carnes, pescados y bebidas fermentadas, entre ellas, la cerveza. Así, la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) incluye en la Pirámide de la Alimentación Saludable a dichas bebidas fermentadas cuando son consumidas de forma opcional y moderada. La Fundación Dieta Mediterránea[3], por su parte, también incluye el consumo moderado de bebidas fermentadas dentro de la Pirámide de la Dieta Mediterránea.
Por otra parte, el deporte y la actividad física regular se torna como una herramienta esencial para mantenerse en forma, mejorar la fuerza muscular y aumentar la resistencia. A su vez, el ejercicio físico proporciona oxígeno y nutrientes a los tejidos y ayuda a que el sistema cardiovascular funcione de una forma más eficiente. A través de tal mejora en nuestra salud cardíaca y pulmonar, generará una mayor fuente de energía para lograr realizar todas nuestras tareas diarias.
Otras mejoras importantes que impactan en nuestra salud al realizar ejercicio físico de manera regular son la reducción en la presión arterial, mejoría del metabolismo, evita la osteoporosis y fortalece el sistema inmunológico[4].
De esta manera, cuando realizamos algún tipo de actividad física, consumimos energía de dos maneras: una de forma inmediata y directa que se produce por el consumo de calorías tras la actividad y otra por los cambios sufridos en el organismo que generan que tal gasto siga siendo elevado durante las siguientes horas.
Por ello es importante prestar atención a esta cuestión para no caer en un déficit calórico tras la realización de cualquier práctica deportiva mediante una correcta rehidratación al finalizar el entrenamiento. El elemento más importante para tal fin de forma inmediata es el agua.
Si bien, encontramos un elemento clave de la Dieta Mediterránea y más en concreto en las bebidas fermentadas que forman parte de ésta que es la cerveza*, la cual está hecha por tres ingredientes naturales: agua, malta y lúpulo, teniendo en sí misma un contenido de agua de entre el 85% y el 92%.
Pero la cerveza no sólo nos aporta el ingrediente principal para la rehidratación inmediata. El impacto de la práctica deportiva no acaba cuando dejamos de realizar el entrenamiento, sino que el consumo calórico se mantiene durante las siguientes horas. Así, al seguir consumiendo calorías tras la práctica deportiva, necesitamos otros elementos que incidan en una rápida recuperación. En este sentido, la malta nos proporciona fibra, siendo éste un elemento que aporta valor energético[5], mientras que el lúpulo tiene una gran capacidad antiinflamatoria y nos proporciona antioxidantes[6].
En definitiva, el consumo de bebidas fermentadas nos aporta aminoácidos, minerales, vitaminas y antioxidantes que nos ayudan a una pronta recuperación tras la pérdida calórica provocada por el ejercicio físico, haciendo que nuestro cuerpo se adecue más rápidamente e incidiendo positivamente en nuestra salud.
*Desde el FICYE se recuerda que, en caso de querer consumir cerveza, su ingesta debe ser moderada y responsable, preferiblemente acompañada de alimentos, y siempre por adultos sanos y no por personas que vayan a conducir o por mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, en cuyo caso pueden optar por la cerveza sin alcohol. Se recuerda además que se entiende por consumo moderado de cerveza entre los 400-600 ml/día en varones y entre 200-300 ml/día en mujeres.
[1] F. Márquez-Sandoval, M. Bulló, B. Vizmanos, P. Casas-Agustench, J. Salas-Salvadó. Un patrón de alimentación saludable: la dieta mediterránea tradicional. 2008
[2] M. Baker, K. DeCesare, E. Weiss. Short-Term Mediterranean Diet Improves Endurance Exercise Performance: A Randomized-Sequence Crossover Trial.
[3] Mediterranean diet pyramid today. Science and cultural updates. Public Health Nutrition: 14(12A), 2274–2284
[4] J. Weineck. Salud, Ejercicio y Deporte: Activar las fuerzas con un entrenamiento adecuado. Prevenir enfermedades con el deporte correcto. 1996. [Internet].
[5] Saura, D., et al. (2014). Fibra Dietética en Cerveza: Contenido, Composición y Evaluación Nutricional. https://www.researchgate.net/profile/Isabel-Goni/publication/39188565_Fibra_dietetica_en_cerveza_contenido_composicion_y_evaluacion_nutricional_1_parte/links/546e125e0cf2bc99c21518c8/Fibra-dietetica-en-cerveza-contenido-composicion-y-evaluacion-nutricional-1-parte.pdf
[6] Martínez JR, Valls V, Villarino A. El lúpulo contenido en la cerveza, su efecto antioxidante en un grupo controlado de población. Centro de Información Cerveza y Salud. 2007; E 16.