Cómo llevar una alimentación saludable…
Decía Sancho Panza en el famoso libro que el mundo entero se organiza alrededor de dos posibilidades: tener o no tener. A estas opciones, que sin duda reflejan el dilema universal del dinero, podemos añadir otras posibilidades como, por ejemplo, estar a dieta o no estarlo. Muchos de nuestros vecinos o familiares, de hecho, organizan así su vida a lo largo del año: periodos cortos de indulgencia y fases largas de restricciones.
Así, la alegría de vivir y el comer y beber lo que se le antoje a cada uno suele coincidir con el verano. Y con la semana santa y las navidades. Algunos añaden otras fechas sueltas: bodas, bautizos, cumpleaños. Incluso los días que están nublados o los famosos de ‘porque me lo merezco’. Sin embargo, los días conejiles, de mucha ensalada triste, son para el resto del año. Así, entre fechas de me lo como todo y fechas de hoy no, que estoy a dieta, la vecina y el familiar que decíamos engordan y adelgazan en un eterno vaivén que es lucha y pelea contra basculas, tallas y faldas.
Si esas mismas personas tuvieran el sentido común que el escudero manchego mostró acompañando al pobre hidalgo, sin duda hubieran encontrado una solución mas razonable a sus problemas con el peso o con el colesterol o con el azúcar. Por ejemplo, empezarían por no seguir las tendencias. Habiendo tantas modas con las ropas o las cosas de decorar y embellecer, realmente no merece la pena seguir modas extrañas a la hora de repostar la energía que le damos a nuestro cuerpo. Una máquina que tiene que durar muchos años, los más posibles, y de preferencia sin pasar, o poco, por ese taller mecánico que llaman médico.
La ciencia descubrió hace bastante tiempo una manera de comer que funciona excelentemente a la hora de garantizarnos el placer y también la salud. Se llama dieta mediterránea y se hizo famosa en Estados Unidos incluso antes que en España. Allí fue una moda, pero aquí era algo que hacíamos a diario sin pensarlo mucho. Como tantas otras cosas locales, nos hemos empeñado en las últimas décadas en ignorar y aun en despreciar lo nuestro. Y muy mal hecho: la dieta mediterránea es la más saludable y probablemente la más placentera de todas las opciones posibles a la hora de alimentarse. Además, la evidencia científica ha relacionado en determinadas ocasiones su consumo con un aumento en la esperanza de vida[1], estando nuestro país entre los principales con mayor esperanza de vida. Esta dieta además es la que mayor relación guarda con el sentido común, disfrutamos a la hora de comer de una mesa abundante en pescados, frutas, verduras, legumbres, cereales, frutos secos, aceite de oliva, con cantidades reducidas de carnes y evitando la presencia de alimentos ya envasados y prácticamente listos para su consumo. Esto hace que nos podamos olvidar del perenne conflicto con la báscula. La dieta mediterránea cuida nuestras arterias y hará menos probable que sufran nuestros riñones y nuestros intestinos. Y lo más importante: no solo viviremos más años, sino que lo haremos más sanos y con una mente ágil.
La UNESCO hace ya bastantes años que declaró a la dieta mediterránea como patrimonio inmaterial de la humanidad. Y resaltó otros detalles que no conviene olvidar: se basa en recetas tradicionales que se sitúan dentro de una cultura gastronómica que hay que proteger. Incluye una manera de ser y de comportarse frente a la comida donde el compartir, el comer en familia o con amigos es un hecho clave. Y abundan maravillas de la bioquímica casera como son los ingredientes antioxidantes que nos protegen: especias y condimentos, desde el modesto ajo al exótico clavo, o infusiones de los herbolarios tradicionales como menta, manzanilla o romero.
¿Y de beber? En nuestra vida social, a menudo se beben muchas cosas que no siempre es agua del grifo, aunque cabe destacar que la recomendación siempre será el agua. Más allá de esto, las bebidas fermentadas tradicionales siempre han formado parte de la dieta mediterránea. La UNESCO cita al vino, pero no hay motivos para no hablar de la cerveza, que además tiene una opción sin alcohol, para aquellos que no quieren o no pueden consumirla a pesar de su bajo contenido alcohólico. Ciertamente, se trata de bebidas de adultos sanos que deben consumirse sensatamente y de forma mediterránea, lo que quiere decir en compañía, junto a comida y en cantidades moderadas que permitan disfrutar de su sabor sin excederse en la cantidad.
Practicar sensatamente nuestra dieta mediterránea nos beneficia nosotros y a nuestros campos, agricultores y ganaderos por estar compuesta mayoritariamente de alimentos de cercanía. Por tanto, es aconsejable seguir el consejo de Sancho: comer y beber de todo lo bueno en la mejor compañía que puedan.
[1] Martinez-Gonzalez MA, Martin-Calvo N. Mediterranean diet and life expectancy; beyond olive oil, fruits, and vegetables. Curr Opin Clin Nutr Metab Care. 2016 Nov;19(6):401-407. doi: 10.1097/MCO.0000000000000316. PMID: 27552476; PMCID: PMC5902736.