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Bebidas fermentadas y salud cardiovascular: ¿cuál es la realidad?

Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la primera causa de muerte en el mundo, y por eso, efemérides como el Día Europeo para la Prevención del Riesgo Cardiovascular, el 14 de marzo, siguen siendo tan necesarias para concienciar y educar sobre la importancia de prestar más atención a la salud de esta parte de nuestro cuerpo.

A grandes rasgos, el mejor modo de cuidar de nuestra salud cardiovascular sigue hallándose dentro de la fórmula alimentación más ejercicio más descanso, unos parámetros cuya importancia no deja de ser refrendada por la evidencia científica.

Precisamente, en el ámbito nutricional, el Lyon Heart Study, llevado a cabo por la American Heart Association, ha demostrado que la Dieta Mediterránea disminuye el riesgo de recurrencia de una enfermedad cardiaca entre un 50 y un 70%, y sus beneficios resultan igualmente palpables en el caso de aquellos que nunca hayan padecido una dolencia de este tipo con anterioridad.

El agua no solo forma una parte esencial de la Dieta Mediterránea; también constituye el 90% del contenido de la cerveza, cuyo consumo moderado no solo es compatible con esta dieta en particular, sino que aportan otros compuestos que pueden ser beneficiosos para la salud cardiovascular.

Uno de esos compuestos son los polifenoles, compuestos químicos antioxidantes caracterizados por luchar contra los radicales libres en nuestro organismo. Por eso, la ingesta moderada de cerveza, tradicional o sin alcohol, protege el sistema cardiovascular, como en su momento concluyó el estudio «Bases científicas de los efectos beneficiosos del consumo moderado de cerveza en el sistema cardiovascular», dirigido por el doctor Ramón Estruch[1], consultor sénior del Hospital Clínic de Barcelona.

Existen algunos falsos mitos en torno a la relación entre la cerveza y la obesidad a cuenta de la mal llamada “barriga cervecera”. Lo cierto es que, dada su alto contenido en agua y otros componentes naturales, no existe ninguna evidencia que prueba que la ingesta de una cerveza diaria, que representa un porcentaje mínimo de la ingesta calórica recomendada, tenga relación con el aumento del perímetro abdominal[2].

En cambio, la evidencia científica sí demuestra que el consumo moderado de cerveza reduce los marcadores inflamatorios, la grasa acumulada en las arterias, la presión arterial sistólica (especialmente en el caso de la cerveza sin alcohol) y aumenta el colesterol bueno (HDL).

No olvidemos que, al fin y al cabo, la cerveza no deja de ser una bebida fermentada elaborada con ingredientes naturales, muchos de los cuales aportan vitaminas y minerales, además de los ya mencionados polifenoles.

Como sucede con tantas otras cosas, la mejor forma de disfrutar de nuestra dieta, del deporte o de una buena cerveza es desde la moderación y de una forma equilibrada. Por eso, en este Día Europeo para la Prevención del Riesgo Cardiovascular, si eres un adulto sano, disfrutar de un consumo moderado de cerveza acompañada de los alimentos típicos de la Dieta Mediterránea también es un buen modo de mirar por nuestra salud.


[1]Estruch R. “Bases científicas de los efectos beneficiosos del consumo moderado de cerveza en el sistema cardiovascular”. Centro de Información Cerveza y Salud. Estudio 22. Marzo 2015

[2] Estruch R. Urpí M. Chiva G. Romero E.S. Covas, M.I. Salas-Salvadó J. Wärnberg J y Lamuela-Raventós R. M. “Cerveza, Dieta Mediterránea y enfermedad cardiovascular”. Centro de Información Cerveza y Salud. Estudio 18. Julio 2010

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